miércoles, 28 de noviembre de 2018

REACOMODO

Llego nuevamente a la reflexión, la vida es mucho más amplia y el conocimiento es basto, este año que le he regalado a muerte me ha servido de poco, y he tropezado mucho, ahora a falta de alguién con el que avergonzarme, me estoy despellejando solo, en un tunel pequeño, apretado y golpeándome los tobillos. Pero hace días hubo un cambio, no es porque peque de niño esperanzado, que a decir verdad casi toda mi vida he jugado ese papel, siempre he creído que ya viene lo bello, además digo toda mi vida como si ésta hubiese comenzado a los 17 años, el cambio está allí, fue un destello, quizás el reflejo débil de un parpadeo solitario en el fondo de ese túnel convertido en cueva. Lo importante es que hizo recordar cuando la llama no había rehuído totalmente a mi cuerpo, ahora también estoy reiniciando la vida a pedaleadas, irregulares, pero importantes, si no hubiera nada más le estaría regalando los años que me quedan a la muerte, lo cual detesto.

sábado, 15 de septiembre de 2018

UN HERBOLARIO EN TRUJILLO, DON NACARINO


Estornudos y carraspeo.

Luego de esperar una hora con mareos y dolor de sien, pude entrar al cuarto que servía de recepción para los enfermos. Tenía 8 años y un mal que los doctores no pudieron aplacar. Al entrar en la habitación no me percaté lo que ocurría a mí alrededor, solo seguía a mi madre que no me tomaba de la mano. Y luego de unos trámites, pudimos sentarnos en uno de los fríos y débiles bancos de madera que rodeaban la recepción.
 El adobe de las paredes de la habitación estaba envuelto de pintura amarilla pero todo se percibía gris, el ambiente era tibio e incómodo como en una procesión con feligreses que lloriquean. El hedor que emanaba el lugar era la combinación de ungüento, hierbas frescas y orines.

A nuestro alrededor se apiñaba un numeroso grupo de personas que, debido a la vestimenta que usaban, se podía distinguir la diversidad social de su procedencia: obreros, monjas, autoridades locales, pordioseros, incluso habitantes de otras ciudades que venían con la esperanza de encontrar el menjunje que alivie sus males. El grupo, tan diferente como el que nos encontramos los domingos en las catedrales, tenía una característica común: el notorio dolor dibujado en sus rostros que creaba una atmósfera de tristeza y abatimiento.

Yo al advertir el aspecto de los pacientes bajé rápidamente la cara, quizá por vergüenza, miedo, consternación o respeto al dolor. Me limité a observar mis manos, tratando de  impedir levantar la mirada, estaba afectado como los semblantes que evitaba, los enfermos llevaban en sus rostros el estigma de sus males.

Ronquidos y lamentos

La mayoría que aguardaba ser atendida portaba botellas con un líquido color ocre, que ingerían continuamente. Cuando  tocó nuestro turno me acerqué con mi madre hacia una puerta. Un hombre  salía de ella para atender a las personas que habían esperaban en la extensa fila que frecuentemente daba vuelta a la calle; los pacientes al ver al hombre lo saludaban respetuosamente con un ‘buenos días Don Nacarino’, lo mismo hicimos y entramos tras él.

La razón por la que mi madre decidió traerme a este curandero fue porque los doctores no podían neutralizar el mal que yo adolecía. Además, este herbolario le ayudó tiempo atrás a contrarrestar un precáncer con un tratamiento de seis meses, que según los exámenes posteriores a los que se sometió mi madre, logró desaparecer esa enfermedad; sumando a ello, que este señor eliminó el asma que padecía uno de mis hermanos.

 ‘El doctor’ que era como también llamaban a Don Nacarino, era un tipo de estatura mediana, corpulento como un pequeño oso, no muy simpático, de piel cobriza con facciones andinas, tenía la cabeza redonda como una manzana, el cabello azabache como equino, alopecia hasta las sienes, en su frente no se dibujaban muchas arrugas, tenía los ojos chinos como koala, nariz aguileña y dientes largos y amarillos. Al hablar revelaba su carácter serio, respetuoso y decidido; su voz era gruesa, hablaba despacio y bajo con un acento criollo. Además de ello era muy reservado, su jovialidad, alegría y humor la compartía con pocos, ‘no se reía con cualquiera’.

Lo que más le preocupaba a ‘Don Nacarino’ eran sus pacientes. Para establecer qué remedio iba a preparar, miraba absorto el rostro de los convalecientes, hacía las preguntas que sean necesarias para estar seguro del mal y tomaba largo rato el pulso. Era reconocido por distinguir enfermedades con solo medir las pulsaciones del cuerpo.

Luego del análisis nos dio indicaciones para preparar y beber el remedio. Escribió con “palabras que las personas no entienden”, según lo que decían sus pacientes, su receta en un papel, nos lo entregó y se despidió de nosotros amablemente. Luego de ello nos dirigimos a la ventanilla en la que nos proporcionaron una ‘toma’ para el momento junto a un paquete blanco y rectangular hecho con papel de ‘despacho’ y envuelto en cruz con un pabilo, que contenía  el remedio, en el que se reiteraba la receta e indicaciones de cómo se deben tomar las soluciones.

Nacarino abrió su sanatorio popular en la década de los 80 en la calle Mantaro al costado del cementerio de Miraflores, a raíz de la muerte de su maestro herbolario Don Pablo Villacorta, este último tenía su consultorio en la última cuadra del jirón Independencia.

 ‘Don Pablito’, natural de Usquil, era el curandero más conocido en una ciudad de Trujillo que contaba solo con el hospital Belén para restablecer a los convalecientes, y debido a eso, los médicos acudían a él en busca de consejos. Pablito tenía un poco más de 1.70 metros de altura, era blanco como el marfil, de cabello negro y lacio que en sus últimos años de vida , por causa  de las justificadas canas, tornó a un color plateado, tenía ojos perezosos  y sonrisa fácil; a diferencia de Nacarino, era más comunicativo, campechano y accesible. Pablito, que usaba siempre un sombrero grande de palma, inició como herbolario a los 30 años y lo fue hasta su muerte.

Además de sus remedios, las personas lo buscaban para que ‘limpie’ de todo mal a sus hogares. La tarifa de Pablito al momento de cobrar por sus servicios se adecuaba a la disposición del beneficiado, cada vez que le preguntaban cuanto debían pagarle, él decía “su voluntad”, todo lo hacía a cambio de una propina.
 Nacarino desde muy joven trabajó con don Pablo, comenzó siendo su chofer para luego convertirse en su ayudante  y aprendiz. Aprendió a preparar las ‘tomas’, a hacer limpias en hogares y viajó a la selva en busca de las plantas medicinales.

Uno de los mayores defectos de don Pablo Villacorta era su debilidad por las mujeres, por ello un día se separó de su esposa para vivir un romance con una quinceañera, relación que duró hasta su muerte.
La nueva pareja de Pablito no tenía una buena relación con Nacarino, es por ello que luego de la muerte de este ocurrida en la década de los ochenta, el aprendiz con la esposa se enfrascaron en una disputa por la herencia intelectual. La viuda acusaba en los tribunales a Nacarino de desempeñar y comercializar sin su autorización los productos que su maestro Pablo le había enseñado a elaborar. En ese tiempo, al igual que su maestro, Nacarino curaba a personas de diferentes lugares sin pedir dinero a cambio de ese servicio. Solo pedía una colaboración. Pero cuando enviaba a otros lugares, hacía paquetes y los despachaba por dos o tres soles.

La disputa duró años y llegó a extremos, ambos se ‘chicoteaban’, que es usar las cartas para desearse el mal. Se hacían ‘daño’, porque uno quería quedarse con los clientes. Al final el problema se solucionó con el apoyo de las personas a las que Nacarino había ayudado a sanarse, pues debido a los constantes cierres del local, pidieron mediante un memorial que este señor pueda trabajar de herbolario. Poco tiempo después de esto, la viuda de don Pablo falleció.

Peroles y ungüentos

Nacarino atendió todos los días de cinco de la mañana a seis de la tarde, durante más de treinta años en su local del barrio de Mantaro. Ahí tenía un perol enorme como un fregadero, donde preparaba junto a su ayudante, sus ‘tomas’ de hiervas medicinales que buscaba y recolectaba en la selva virgen los meses de julio y agosto. Con estas plantas hacía también curaciones, ungüentos, flotaciones, purgantes y aerosoles para la congestión de las narices y garganta.

‘El Doctor’ llegó a curar enfermedades y males como cáncer a la sangre, bronquios, cólicos, hepatitis, sustos, ataques al corazón, curaba la ceguera, enfermedades del hígado, presión alta, etc. Pero también era consciente de sus limitaciones, es por ello que cuando no podía remediar  la dolencia decía “vayan a otro sitio”.

Silencios y llantos

El herbolario Nacarino, murió hace dos años, y su expiración fue trágica. Perdió la vida al caerse de las escaleras de su casa de la urbanización San Isidro. Las personas que vivieron   este acontecimiento resaltan lo rápido, hermético y secreto de su entierro. Pues en menos de 24 horas de ocurrida su muerte, Nacarino fue velado en su hogar y enterrado en un lugar desconocido.

Las personas a las que ‘el doctor’ atendió no pudieron estar en su despedida. Se enteraron cuando encontraron una nota pegada en la puerta del local de Mantaro que anunciaba la muerte del herbolario. Sus pacientes le lloraron tarde, días después de que, dentro de un ataúd, el cuerpo de uno de los personajes más queridos del barrio los visitara por última vez.

sábado, 8 de septiembre de 2018

COLECCIONISTA DE EMOCIONES


Son las 11 de la noche en el ahora silencioso centro histórico de Trujillo, me dirijo a un disco bar del jirón San Martín. Todo es diferente al anochecer, los faros de la ciudad dan luz suficiente para distinguir sombras y no toparse con otro caminante, pero nos hacen imposible reconocer a la distancia a un amigo; de noche, todos somos desconocidos. La calidez de las calles trujillanas se van con el atardecer, el viento ya no refresca del abrasante sol de la tarde, ahora golpea el rostro y obliga a cualquier transeúnte a acurrucarse sobre si, esconder su mentón en el cuello de su abrigo y acelerar el paso.

Al estar cerca al local, un paso tras otro, la música que se apodera del ambiente, no estalla, arrulla como el canto de una madre. Ya en la puerta, froto mis manos mientras examino el lugar, saludo al individuo parado en la entrada, e ingreso. El recinto es acogedor, las paredes son tan estrechas que parece que nos abrazaran, dentro la luz es tenue, como en la calle, pero la calidez del lugar subsana la falta de iluminación. Las paredes tapizadas con pósteres y fotografías de artistas de culto: Jimi Hendrix, Steve Wonder, Bob Marley y compañía reciben a los clientes, junto al intenso olor del tabaco y licor. Mis los oídos, se entumecieron por el frío exterior, pero ahora son acariciados por el sonido de cuerdas metálicas, tambores y gritos desgarrados.
Veo a lo lejos a un hombre apoyado en la consola, frente a él, dos tornamesas, una gris y otra negra, unidas por un revoltijo de cables a una computadora que  manipula con atención. El sujeto, que a primera impresión parece tan maniático como un orate, tiene un cuerpo enjuto, piel cobriza como indígena, nariz filuda, ojos marrones, es de mirada intensa y sagaz como un zorro, logra reconocerme y se acerca, me saluda primero con la cabeza, inclinándola y luego nos damos un fuerte apretón de manos.

Señor Ticerán buenas noches-le digo-.
No, esta noche soy DJ Cactus.

Inmediatamente me dirige a la silla más cercana a su tocadisco, se sienta al frente, encoje los hombros como nervioso, observa el local, toca su larga pero bien peinada cabellera negra, enciende un cigarrillo y habla con voz gruesa como trueno.

Víctor Ticerán Ruiz, que es como en verdad se llama DJ Cactus, un treintañero  nacido en Lima un 23 de agosto y lleva algo más de dos décadas viviendo en la ciudad de Trujillo; además de ser vegetariano por convicción, agnóstico por descrédito, e insertado por ideología política en la  anarkia tropical. Víctor un amante de la música, la pintura, los gatos y, por supuesto, los vinilos.

La afición por los últimos nació hace más de 15 años cuando descubrió unos viejos y empolvados vinilos de rock, que hasta ahora sigue disfrutando con la misma pasión, junto con los demás discos acumulados en todos los años de afición.

En la actualidad Víctor Ticerán, también llamado ‘el loco’, realiza presentaciones en diversos locales nocturnos de movida indie, además de presentaciones en ferias de melómanos como la realizada en ‘El Patio Rojo’ una semana atrás a este encuentro.

Entre los artistas y bandas favoritas que colecciona en vinilo, están: Cetu Javu, Morrissey, Depeche Mode, New Order, Locomia, Klaus & Kinsky, Voz Propia, The Smiths, The Cure, Soda Stéreo, Cocteau Twins, Soft Cell, Bauhaus, Jas, Placebo, Madona, OMD y más.

El loco vive solo, en su domicilio ubicado en la calle Atahualpa, con una pequeña habitación de piso falso que usa para recibir a sus invitados, quienes quedan fascinados al ver que las paredes sin revocar de la cuarto han sido tapizadas con cientos de vinilos.

Graduado en dibujo y pintura de la Escuela Superior de Bellas Artes en el año 2011, ha participado con sus cuadros en diversos eventos artístico-culturales. Y como amante fiel, no ha dudado en retratar incontables veces a sus pequeños compañeros de toda la vida, los gatos. Casi toda su obra privada está dedicada a ellos, en su casa convive con más de media docena, los cría, cuida y protege; las fotografías y dibujos de felinos colgados en las paredes de su cocina, han convertido este espacio en una especie de santuario en el que hay una exhibición permanente.

Además de ser pintor, Víctor tiene un bachiller en Filosofía, Psicología y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Trujillo, estudios que lo ayudaron a formar una consciencia crítica de la sociedad actual, de la importancia de nuestra historia para el desarrollo de nuestra identidad. Temas que reflejados en sus pinturas han recorrido numerosos lugares.

Luego de una hora de plática, dos cafés y 12 interrupciones por el término de las canciones, me despido de Víctor, de Dj Cactus o del loco, da lo mismo; nos incorporamos, él no cambia la expresión amable que mantuvo durante toda la noche. Estrechamos nuestras manos, y me apresto a salir a la fría medianoche trujillana, dejando atrás a un soñador, hacedor y apasionado que ahora vuelve a su tornamesa a cambiar de  vinilo.

domingo, 2 de septiembre de 2018

DEFENSOR DE LA VIDA

Por: Mateo Beck

¡Libre!              
Vi a David Novoa por primera vez en un evento académico organizado por funcionarios del  gobierno; contradictoriamente  él, su discurso y su vestuario eran antisistema, pues traía puesto como sombrero a una bacinica amarilla, además de un chaleco morado con enormes flores bordadas en el pecho, un pantalón negro y en la mano un enorme girasol de fantasía al que agitaba como espada al concluir cada rima de los versos dedicados a la libertad, el amor, la belleza y la locura. Él inició su acto con un castrense grito gallardo desde la entrada del auditorio y se apoderó de la atención de la concurrencia. ¡Hombres! De pronto, mientras el caminaba entre el público hacia el estrado, todos olvidamos el por qué estábamos reunidos esa mañana, la atmósfera dejó de ser gris,  deprimente característica que siempre rodea los encuentros académicos, para dar paso a una fiesta por la vida. Los versos, cuentos, anécdotas, gritos, susurros, llanto y rimas del Loco hicieron renacer el espíritu idealista con el que nacemos y que reprimimos para seguir ¿creciendo? El loco y su locura se apoderaban de la gente, el arte envolvió a todos, y algunos de sus viejos profesores de la universidad, otorgándose el mérito del magnífico acto, se reprochaban jubilosamente el haberlo incitado a seguir sus sueños “carajo ¿qué hemos creado?”.

“La voz del loco
es la voz
que todos tenemos
en el corazón”.

David Novoa Jiménez es  un poeta y activista social liberteño nacido en Casagrande  el año 1968. El Loco, como le dicen sus amigos, vive en la Campiña de Moche, lugar donde se construyeron dos importantes templos mochicas El sol y La luna; él, que se muestra amable desde el saludo, tiene el típico aspecto mochero, de piel cobriza, cabello negro grueso como el alambre, la mirada profunda como águila y el rostro rudo y tosco como un guerrero  con una cicatriz en el mentón. Su voz cambia abruptamente de acuerdo a la situación, al conversar de su vida tiene la voz fina y tranquila como un aguacero, cuando reclama las injusticias de la sociedad emerge una voz gruesa y estridente como un cañonazo, y cuando reprocha la indolencia de las personas evidencia un tono chilloso y quebradizo como un llanto de frustración. El loco, por otra parte, exagera al máximo estas cualidades, El Loco al declamar sus versos susurra y adormece, explota y desborda, conmueve y  agita.
César Vallejo, Martín Adán y sobre todo Eduardo Eielson son los principales referentes de su obra y arquitectos de su personalidad artística. De este último le cautivó su “mágico enjoyamiento verbal, poderosamente evocador de épocas mitológicas en Reinos”. “Fue el equivalente a lo que en la infancia se suele llamar  mi amigo imaginario”. El joven David cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo lo mencionaba, comentaba o predicaba. Lo leía a los que se le acercaban, lo conversaba con otros poetas hasta que una tarde le avisaron que este iba a estar en un recital que se iba a presentar en una casona de la Plaza de Armas.

“Corrí disfrutando la diáfana brisa que barría las calles y vi personalmente y por primera vez al poeta en la II Bienal de Trujillo. Se había convocado a importantes bardos del país, entre ellos, Blanca Varela, Javier Sologuren, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza y Abelardo Sánchez León. Me informaron de último momento, así que llegué jadeante pero justo a tiempo para apretarme entre los que estaban de pie. La Casona lucía repleta. Cisneros, cordial y dicharachero, fue el maestro de ceremonias. Eielson no pronunció palabra hasta que le tocó leer. Y leyó un solo poema largo y pausado, un Arte Poética inacabable cuya eufonía, ritmos y significados embebieron a la hipnotizada masa en un mar de silencio, y en medio de él –en la voz de Eielson– navegó la Poesía. Nadie se movió, nadie respiró y al concluir, luego de una breve pausa, estallamos en interminables aplausos.”

Debido a tal dilección por Eielson, el poeta Luis Eduardo García, gran mentor y amigo de El Loco,  le reveló que en la Biblioteca de la Escuela de Arte Dramático, había un ejemplar de Poesía Escrita de Eielson; un legendario libro azul que publicó el INC. “Nunca dudé que ese libro sería mío. Nadie amaba a Eielson tanto como yo, así que lo saqué sacrificando mi libreta electoral y corrí como un niño por las calles del centro celebrando con el tomo en la mano mi más reciente y preciada adquisición. Lo mandé a encuadernar, le coloqué una pasta dura granate y lo guardé en mi escritorio”. David recuerda con melancolía que después de algunos años tuvo que separar ese libro del alma para entregárselo a una novia llamada Victoria que partía a Italia. Ella en Roma, escribió una carta al poeta, contándole su historia emergida entre sus versos, de la admiración incondicional de Novoa y hasta logró conocerlo una tarde en una galería de arte.

El cuidador de animales era un niño inquieto y alegre como un picaflor, su madre, Teresa Jiménez,  recuerda cuando ella junto a su esposo y David sufrió un accidente automovilístico cuando este solo tenía cinco años, este fue un fuerte impacto que fue duro de asimilar para un niño de esa edad, ella cuenta también con una sonrisa en el rostro que su hijo amenazó de muerte a los doctores que la atendían con una frase ardorosa como a las que ahora nos tiene acostumbrados: “él les dijo: si mi mamá se muere, yo los mato”.

Doña Tesesa, con la fiel  nostalgia de alguien que recuerda y extraña momentos que no volverán, muestra fotografías a blanco y negro del poeta cuando era niño. Lo podemos ver diminuto, desnudo y sonriente, cubierto con jabón dentro de una tinaja llena de agua. En otra captura lo encontramos vestido de colegial, con un atado colgando del hombro y su tierna y personal risita. El niño David, al igual al poeta actual, como comenta su padre Luis Novoa, luchaba por sus ideales, contra la injusticia y era muy emprendedor, a los cinco años se organizó con los niños de su barrio y publicó un fanzine, además de adoptar animales abandonados en las calles. Desde pequeño, Novoa, mostraba su fuerte sensibilidad ante la vida.

El premio poeta joven fue un deseado concurso que los vates deseaban ganar o por lo menos participar, la convocatoria al concurso  lo hacía la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía, fundada por Marco Antonio Corcuera con quien David tuvo una mala experiencia. Al celebrar diez años de actividad de la revista, los fundadores decidieron convocar a lo que sería uno de los antecedentes de la joven poesía peruana: el premio El Poeta Joven del Perú, la convocatoria se realizaba cada cinco años, y entre los ganadores de este concurso tenemos a Javier Heraud y César Calvo  en 1960, Antonio Cillóniz y José Watanabe en 1970, Jorge Eslava en 1980, Luis Eduardo García en1985, Montserrat Álvarez y David Novoa en 1990. El Loco, al igual que muchos jóvenes deseaba  ganar el premio para ingresar al mundo de donde pertenecían grandes poetas admirados por él. Para ello buscó a Luis Eduardo García y se convirtió en su amigo y discípulo, con quien hasta la actualidad comparten una pródiga amistad y muchos proyectos.

La primera decepción que atormento y acongojó a David, fue cuando, esperando la categórica aprobación de su mentor espiritual Jorge Chávez Peralta, le enseñó el libro que deseaba presentar al concurso Poeta Joven. Luego de unos días de revisión, Chávez Peralta le dijo “esto está hasta el perno, ¿estás imitando a Neruda?”, lo cual constituía una grave ofensa para cualquier poeta joven de esa época, porque ese autor representaba a la poesía comercial. El joven poeta, oscurecido por este mal por ese comentario negativo fue a su casa decidido a escribir un nuevo libro en 20 días, algo que logró por el ímpetu y fuerza del vínculo que tenía con la poesía en esa época. El nuevo libro era un conjunto de poemas desesperados y ansiosos debido al cambio de planes y la cercanía del concurso, a esta nueva obra la llamó ‘el itinerario del alado sin cielo’ y con ella ganó el concurso Poeta Joven, algo que David creyó imposible de lograr  a pesar de la enorme expectativa que tenía sobre ese concurso.
Pero inmediatamente ganó el premio se cuestionó “¿cómo yo gano lo que ganan estos grandes poetas?”, es ahí cuando se derrumba el mundo ideal creado por el joven Novoa, se da cuenta que la cotidianidad absorbía al poeta y que la vida no cambió como él había pensado y planeado, no hubo ninguna transformación en él y se decepcionó de la poesía, los poetas y los concursos. No se sintió a la altura del mundo que representaba la poesía al que había ingresado. “todo era más ordinario cuando pasé a formar parte de ellos”. Después de menos de una semana de ganar el concurso inició su segundo libro ‘El libro de la Incertidumbre’, con el que ganó el premio Lundero del Diario La Industria, este es un escrito de negaciones influenciado por las lecturas al autor llamado Jorge Chávez Peralta con su libro Las ideas fundamentales para el tercer milenio. “El poeta joven me serviría como carbón para iniciar ese fuego que me abrasaría y que me destruiría para formar otro tipo de mentalidad en mí, porque lo que murió aquí fue Dios, o sea la mirada antropocéntrica y antropomórfica de la divinidad, porque comienzas  a verlo en los detalles, la distancia, lo impersonal de Dios, lo inexorable del destino y empiezas a comprender un montón de leyes que son Dios mismo, entonces empiezas a desligarlo de un ser, lo empiezas a ver en las plantas, en la tierra, en las leyes, en todo lo que te rodea y con lo que actúas de manera inconsciente e irrespetuosa, eso siempre había sido Dios”. Luego de leer esta obra Novoa entra  en un estado hipocondríaco en él además sufrió una decepción amorosa con una joven que no correspondía su amor, esta etapa duró muchos meses en los que lloraba frecuentemente sin saber por qué, “tuve un desorden emocional fuerte. Incertidumbre una especie de grito negativo, filosófico e intelectivo contra todo lo que había estado concibiendo y que se había deshecho en mis manos, en mi mente, en mi vida y ahora me tenía loco”.

“Si la ignoras toda la vida
te volverás loco
Si la escuchas y la olvidas
te volverás loco”.


Novoa al ver que ganaba muchos premios pero no era conocido por sus libros comienza a escribir ‘Execración del Dios yo’, obra influenciada por las lecturas al español Pesoa, y creada con el fin de atacar a su egolatría formada por los concursos ganados anteriormente y la esperanza de concebir su obra cumbre. Sin embargo la crítica no respondió favorablemente y David se sintió muy contrariado por este resultado, debido a que él sentía que esta puedo haber sido su obra cumbre. Es ahí donde el poeta comienza a cuestionarse a sí mismo, y concluye que él era una persona falsa, “alguien que hablaba de la verdad y demás y que en el fondo lo que quería era engalanar su ego”, luego de esto David tiene otra contrariedad amorosa y sufre por haber dañado a su pareja, a quien consideraba como alguien puro. “Luego de esto  fui a la azotea de mi casa con el libro ‘Execración del Dios yo’, lo quemé y grité al cielo ¡Mátame! ¡Mátame! Intentando matar a mi ego“, es aquí cuando nace El Loco.
Los mejores momentos que pasó David Novoa fueron en la Campiña de Moche, es por ello que luego de la fuerte transformación que sufrió quiso regresar allí. Cuando llegó, el lugar no era lo que él esperaba, ese lugar de la infancia había desaparecido, así que decidió transformar y recuperar nuevamente el espíritu del lugar “Dios habla directamente a través de la naturaleza”. Actualmente la casa de David alberga a un Minizoológico Educativo con más de 100 especies de animales salvajes maltratados, entre ellos encontramos a un cóndor cojo, un zorro rengo, un grupo de maquisapas añorando la amazonía, tortugas de tierra y de agua que conviven con dos caimanes negros. En otro lugar David cría dos boas constrictoras. Además de todo ello hay loros, papagayos, roedores, un auquénido y más. Debido a este compromiso asumido con la vida animal, David es presidente de la Asociación Santuario, Ecología y Cultura, que tiene como objetivo crear conciencia ambiental y de protección a las especies. Todos los días escolares y turistas llegan a su hogar para visitar a los animales, a los que el poeta enseña a cómo cuidar y respetara los animales. Sin embargo por el poco apoyo e ingresos que recibe  su minizoológico, David, debe ingeniárselas y costear todos los gastos que generan los animales.

“Si la oyes y la sigues
le parecerás un loco a todo el mundo”.


Otro aspecto muy importante en la obra de David Novoa es su constante trabajo por la difusión de la cultura. Él  un tanto decepcionado, como un padre con hijos díscolos y perdidos, dice que los jóvenes de ahora no leen y que es mejor acercarles la poesía mediante el espectáculo. Es por ello que nació ‘La voz del loco’, que es un poemario recopilatorio de escritos hechos al azar y a pedido que habla sobre el amor, la muerte, el dolor y Dios. Debido a este espectáculo ha recibido fuertes críticas de muchos representantes de la poesía local, que dicen que el desnaturaliza el arte poético y lo convierte en insustancial payasada. Las críticas son de ambos lados y David piensa que todos los poetas de Trujillo son “mediocres y aburridos”  Como dice Luis Eduardo García “en dosis combinadas adecuadamente lo superficial y profundo, lo frívolo y trascendente, lo limitado y lo vasto producen resultados aceptables; y para reducir las altas dosis de aburrimiento en que incurren los poetas trujillanos, David Novoa ha optado por la performance como un modo sistemático de comunicar su poesía, estrategia que le ha dado un éxito relativo y nada desdeñable, digo relativo porque hay gente, que piensa más bien que se trata de una “payasada”. Es verdad que se trata de un “hecho extraliterario”, como dice Jorge Tume, pero esa es, finalmente, la manera de comunicar de David Novoa, su modus operandi de combinar lo frívolo y lo profundo. Y esto se respeta, aunque no estemos de acuerdo con el bacín amarillo que se pone en la cabeza, la forma en que modula la voz cuando recita o el humor con que cultiva su egolatría.”


“pero solo serás
el que sigue a la voz
de su corazón.”

D. Novoa

domingo, 5 de marzo de 2017

ROMPE ANCLA

¿A dónde se gira cuando la decepción arremete?

Dos meses han pasado desde que inicié una relación con una chica. Las últimas 3 semanas las he pasado reflexionando sobre mi futuro. Sobre la realidad de mi destino, sobre si la quiero como pareja. La verdad, es que no. Durante los días transcurridos he andado, he vagado, he tropezado y me he dado de cabeza contra la pared. Todos estos años de soledad fueron anunciados, por no guardar distancias encontré un espacio donde vomitar sin ser cuestionado, en donde perderme sin que me vaya, en donde mi alma se relajó, mi corazón se corrompió, me aprisionaron poco a poco. Me estrujaron el cuello, me castraron, me oyeron, me disminuyeron, me destruyeron, me modelé. Sigo enojado conmigo por permitirlo, ahora puedo ver todo, ya no debo depender de nadie, no debo retroceder más. Debo seguir construyendo, aunque no lo quieran, por no romper un corazón termino enredándome y destruyéndome. Hay que tener agallas para terminar algo que nos hace infelices y comenzar lo que queremos. Sin distracciones, que el futuro se acerca y nuestros sueños desfallecen. Amar de verdad y no buscar al idólatra. Soy un egoísta y cobarde, o tal vez solo cobarde pero debo hacer lo que creo correcto y no seguir dejándome llevar por la marea. Quiero algo, pues debo cumplirlo, confiar nuevamente en mí, no retroceder, ser transparente. Todos importamos y debemos ser felices de verdad, ella merece a alguien que la ame de verdad y yo a una compañera para amarnos mutuamente, con sinceridad y sin miedos.

Lo siento por alguna incoherencia, escribí el texto de un tirón.

jueves, 19 de enero de 2017

En amor

La verdad. Siento que regreso a la adolescencia, ¿o nunca la viví? Siempre corriendo con los compañeros, viviendo experiencias mediáticas, conociéndome, aprendiendo a ser un buen amigo. Recorriendo los caminos solo, o imaginándome a alguien que me acompaña. Recorriendo la ciudad, sonriendo al mundo hasta el noqueo de la realidad, levantarme antes de terminar la cuenta, abriendo los ojos al mundo, ahora solo, sin los consejos de mis padres o amigos, únicamente me acompañarán los valores que interiorice. Trato de aprender de mis tropiezos, recorro la ciudad, huyo en la ciudad, busco encontrarme con otros sentimientos. Logro hacerlo, reinicio la marcha, tropiezo en el camino y me rompo la cabeza, no ruedo, me quedo en el suelo presenciando miradas lastimeras de corazones que crepitan al verme vacío, estancado cerca del final, sin vivir ningún inicio. Un par de años después y deteriorado por el paso del tiempo unas manos toscas me alzan de las sienes; percibo que la dueña de estas se acerca al golpe de la realidad, pero mi alma está desesperada y en un arranque de vanidad y gratitud recompongo mis piezas y continúo el juego. La realidad no se pudo evitar pero llegó en una mejor posición para ella. Intento recomponerme de verdad mientras aprendo enseñando. La realidad fue terrible, lo virtual me ahoga y se apodera de lo casero ¿quiénes me fecundaron?¿siguen allí?Uno ya no está, lo temía y la distancia comenzó a alejarnos hace 4 años, me queda quien me llevó 3/4 de año dentro suyo¿qué hago aquí? Me alejo, me alejé, pero las manos que me recogieron no me sueltan, solo acercan más mis labios a los suyos; intenta de arreglar lo que la catarsis de desengaño partió, el cuero sigue roto pero cicatriza poco a poco.

Lo que recomiendo por esto:
- Hagan lo que deban hacer, nunca frenen sus intenciones si estas son favorables.

jueves, 20 de octubre de 2016

John Malkovich y el artista estúpido

Me gustaría ser claro por una vez. Regreso de ver en el cineclub de mi universidad 'Quiero ser John Malkovitz' y rescato algo bueno: abrió mis ojos, entendí por un momento el 'querer ser' de lo artístico.

Tengo un par de buenas amigas que pertenecen a este grupo de cinéfilos. En parte son la divergencia encarnada, las diferentes, las que miran con otros ojos el mundo; digo en parte porque una de ellas lo es y la otra encarna a personajes de sus películas favoritas. Es muy interesante hablar con las dos, pero la primera muestra mejor sus ideas y la otra juega perfectamente su papel, generalmente cuando tengo una conversación con ella, roza la posibilidad que tengamos sexo. Al cabo de un tiempo me he dado cuenta que el pertenecer a la élite culta ha sido un objetivo de vida para ellas, alimentan sus pensamientos con variados nombres de películas, directores, corrientes, actores y más. Sueltan un nombre con una idea principal que acompaña toda la descripción de aquello en cuestión.